No es solo por el sol ni por las playas.
Hay algo más.
Un factor decisivo que está atrayendo a cada vez más profesionales que trabajan en remoto, expatriados y nómadas digitales: el coste de vida en la Costa Blanca.
Mientras regiones como la Riviera Francesa, la Costa Amalfitana o la Toscana son famosas por sus paisajes de ensueño, también lo son por sus precios inalcanzables. Comprar una vivienda por menos de 5.000 €/m² allí es prácticamente imposible.
En cambio, en la Costa Blanca puedes encontrar viviendas de alta gama por menos de 3.000 €/m², muchas de ellas con vistas al mar y ubicadas a pocos pasos de la playa.
Pero el ahorro no termina en la compra.
Uno de los mayores atractivos de vivir en la Costa Blanca es que disfrutar la vida no es un lujo. Aquí, salir a comer a diario sigue siendo una costumbre accesible.
Y no solo en pueblos pequeños: hablamos de ciudades como Altea, Denia, Jávea o Calpe.
Ejemplo: Piso de 90 m² en Altea
- Comunidad: 45 €/mes
- Electricidad: 60 €/mes
- Agua: 25 €/mes
- IBI anual: 320 €
¿Cuánto pagarías por lo mismo en Múnich, Ámsterdam o París?
La diferencia se nota... cada mes.
Muchos piensan en la Costa Blanca solo como destino vacacional. Pero hay una tendencia en crecimiento silenciosa: la llegada de profesionales remotos con altos ingresos que buscan:
¿Por qué?
Porque la demanda sigue creciendo, pero los precios aún no se han disparado como en otras zonas costeras europeas.
Imagina esto:
Eres programador en Berlín o consultora freelance en Londres. Ingresas 4.000 €/mes, pero pagas 2.000 € de alquiler por un piso estándar.
Ahora te mudas a un ático en Costa Blanca por 950 €/mes.
¿Resultado?
Usa esta fórmula:
Coste de vida actual – Coste estimado en Costa Blanca = Ahorro mensual disponible
Ejemplo real:
Concepto Ciudad actual Costa Blanca Vivienda 2.000 € 950 € Servicios, comida y ocio 1.200 € 700 € Total mensual 3.200 € 1.650 €
Diferencia: 1.550 €/mes = 18.600 €/año
Ese capital puede ayudarte a:
Muchos llegan por el precio, pero se quedan por el estilo de vida.
La Costa Blanca no solo permite vivir más barato, sino vivir mejor.
No se trata solo de lo que cuesta vivir. Se trata de cómo te hace sentir.
Poder salir sin pensar en el precio del menú.
Poder trabajar menos sin perder calidad de vida.
Tener tiempo para ti.
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